El Pilar estaba abarrotado: parece que no fuimos muy
originales al visitarlo y la corona de diamantes con poca luz no destaca
demasiado sobre el fondo del camarín. Para los no zaragozanos, las estrellas de
oro y brillantes están obtenidas por fusión de anillos donados para la llamada
Coronación de 1905, de ahí que sean todas distintas, excepto las lisas, que
sólo son de oro. El Pilar o La Columna, aparece con su forro de plata, pero sin
manto. Ángel (fotos propias).
Previamente estuvimos en el Joyero de El Pilar, donde admiramos la corona más lujosa, hecha por donativos personales que fueron fundidos para tal fin y confeccionada por prestigiosos joyeros de Madrid, con motivo de la coronación canónica (1905), así como otros ejemplos similares, pendientes y colgantes preservados durante los últimos 5 siglos. Ángel (fotos propias)
En su furor por ganar espacio también pretendía desmontar el coro (mediados s.XVI), el más grande de Europa y con meritorios trabajos en sus sitiales, en rara disposición de tres filas, cerrado con rejería (1574) del taller Celma. Ángel (fotos propias).
De modo que Ventura Rodríguez, sólo con la mitad de su proyecto, nos dejó una obra cumbre del barroco, sin estropear (de milagro) otras obras cumbres del renacimiento. La llamada "Santa Capilla" es un templo dentro de otro que ofrece recogimiento, pese a estar abierta por tres de sus lados y al constante trasiego de fieles y curiosos. Ángel (fotos propias).
El grandioso retablo renacentista (todavía con elementos góticos, por influencia del no menos impresionante de la vecina Seo zaragozana) cierra la nave principal. Ventura Rodríguez pretendía ganar espacio diáfano. Habría sido una catástrofe dada la calidad de las esculturas, de las que sólo en los cuerpos inferiores están policromadas. Al menos por esta vez debemos alabar el conservadurismo eclesiástico. Ángel (fotos propias).
Allí también se conserva la maqueta de las obras que propuso el arquitecto real (Fernando VI) Ventura Rodríguez y que habría convertido este retablo de la Asunción [obra de Carlos Salas (1766)] en el altar mayor, una vez que se hubiese demolido el gran retablo de Damián Forment (1506), lo que, afortunadamente No le fue autorizado. Recuerda mucho al de Zamora. Ángel (foto propia).